Compartir
Publicidad

Galicia dispone de una amplia diversidad de variedades de uva y lévedos (levaduras) del vino de gran utilidad para afrontar las consecuencias del cambio climático en vitivinicultura, ofreciendo soluciones a corto o medio plazo para el sector. Así lo constató la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (Evega), integrada en la Axencia Galega da Calidad Alimentaria (Agacal) de la Consellería do Medio Rural, a través de un proyecto de investigación sobre la materia.

El cambio climático modifica el desarrollo y la maduración de la uva. El efecto más notable es el aumento de la concentración de azúcar y una reducción de la acidez en el mosto, que influye en la fermentación y, finalmente, en las características del vino. Para evaluar esta incidencia, la Evega desarrolló el proyecto ‘Diversidad de levaduras y de variedades de vid para la adaptación al cambio climático en vitivinicultura’, con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica.

Esta iniciativa fue presentada en la convocatoria de subvenciones en régimen de competencia competitiva de la Fundación Biodiversidad para la realización de proyectos sobre la adaptación al cambio climático 2016, que fue evaluado positivamente y otorgado para su ejecución durante el período comprendido entre julio de 2017 y junio de 2018.

Colección de vides

En este proyecto se utilizaron los datos disponibles de los estudios realizados sobre variedades conservadas en la colección de vides de la Evega. Fueron evaluados el ciclo fenológico y el potencial enológico de las distintas castas para valorar la variabilidad disponible frente a los efectos del cambio climático.

Se constató que Galicia tiene un potencial vitícola importante que incluye variedades de ciclo largo y alta acidez que pueden solucionar alguno de los problemas causados por el cambio climático, como es la Loureira entre las variedades blancas o Caíño Longo, Caíño Tinto o Sousón entre las tintas. En otras variedades de ciclo corto, pero con altos valores de acidez como Albariño o Caíño Blanco, el aumento de la temperatura favorecerá una merma de la acidez y permitirá la elaboración de vinos más equilibrados.

Además, a partir de la colección de lévedos vínicos de la Evega, se evaluaron 60 cepas por su comportamiento fermentativo y capacidad de producir etanol. Catorce levaduras fueron preseleccionados y probados en microvinificaciones para investigar su influencia sobre la composición química de los vinos y su potencial para mitigar los efectos del cambio climático.

De estos, Metschnikowia fruticola Mf278 y Lachancea termotolerans Lt93 destacaron por su capacidad de reducir el grado alcohólico del vino y aumentar la acidez, respectivamente; además de tener una influencia positiva sobre la calidad organoléptica del vino.